La memoria ocupa en la vida colectiva e individual un lugar central en la medida en que garantiza el saber. Sin memoria no hay vínculo social, las sociedades construyen su identidad a partir del deber o necesidad de la memoria.
Hasta fines del siglo XX era patente en las sociedades latinoamericanas una situación de desapropiación de la memoria, de las tradiciones y del patrimonio cultural inmaterial en general; situación que afectaba principalmente a las nuevas generaciones. Esta transmisión generacional está empezando a revertirse en los últimos años. El fenómeno de desapropiación de las tradiciones y del patrimonio cultural inmaterial supone la ruptura del círculo de transmisión generacional, de información cultural e histórica que, hasta unas décadas atrás, fluía normalmente de ancianos a jóvenes.
En virtud de la situación existente es urgente y vital la definición, desarrollo y fortalecimiento de políticas públicas destinadas a la recuperación y difusión de las memorias colectivas, para contribuir al registro, rescate, revalorización, conocimiento y reapropiación del patrimonio cultural, a la vez que dicha acción permite conocer de una manera más amena, vital y entrañable la historia de la ciudad. Sin duda, estas acciones repercutirán de modo directo en la afirmación de los lazos de pertenencia de todos los que han decidido hacer de la Ciudad Colonial su lugar de residencia. Se requiere por tanto que las instancias comprometidas con la promoción cultural jueguen el papel de mediadores entre las viejas y nuevas generaciones, para contribuir a restablecer el libre flujo de transmisión de valores culturales e información histórica entre ellas. Solo de esta manera, se podrá restablecer la transmisión generacional, asegurándose la reproducción cultural y la conservación de la memoria en la sociedad.